La adopción de hábitos saludables es fundamental, tales como: una dieta baja en sal, rica en frutas y verduras, el mantenimiento de un peso saludable, y actividad física regular. Es importante también evitar la automedicación y estar atentos a signos como cambios en el crecimiento, anemia, o alteraciones en la orina, que podrían sugerir problemas renales.
La educación sobre la importancia de la hidratación y el control temprano de la presión arterial en niños son esenciales para prevenir complicaciones graves. Profesionales de la salud y políticas públicas deben trabajar juntos para promover un futuro más saludable, enfocándose en la prevención desde los primeros años de vida.
Proteger la salud renal es un esfuerzo colectivo que comienza con la conciencia y la educación desde la infancia.
